MADRID. Los vecinos de la isla española de La Palma se atrevían a albergar esperanzas el miércoles de que la erupción volcánica hubiera terminado tras casi tres meses de inquietantes explosiones y sismos diarios, ríos de lava fundida y una enorme nube de ceniza y gas tóxico que se alzaba sobre la montaña.
El volcán de Cumbre Vieja, en las Islas Canarias, al noroeste del territorio continental africano, quedó en silencio el lunes por la noche. Según los científicos, sus aproximadamente 36 horas de actividad inapreciable podría anunciar el principio del fin de la erupción.
Los científicos no descartaron un repunte de la actividad volcánica, que ya había remitido antes sólo para reanudarse con fuerza renovada, pero señalaron que era improbable.
“No podemos estar 100% seguros, ya que el volcán ha hecho un par de trucos en las últimas semanas”, dijo a The Associated Press Valentin Troll, experto en geología de la Universidad sueca de Uppsala y coautor de un estudio de geología en las Islas Canarias.
“Pero muchos parámetros han remitido ya, y creo que el volcán sí está remitiendo ahora”, señaló.
El gobierno canario dijo en un comunicado que «la actividad eruptiva ha disminuido hasta prácticamente desaparecer”.
La erupción, que comenzó el 19 de septiembre, es la más larga de la que se tiene registro en La Palma y ha sido un golpe para los isleños, muchos de los cuales viven de la agricultura y el turismo. El archipiélago canario es un popular destino europeo de vacaciones debido a su clima templado.
No se han relacionado lesiones o muertes de forma directa con la erupción en La Palma, donde viven unas 80.000 personas.
Aunque la vida ha continuado casi con normalidad en la mayor parte de la isla, una zona en el lado suroeste ha sufrido graves daños.
El gobierno español ha prometido ayuda financiera para ayudar a los vecinos a reconstruir sus vidas.
La ardiente lava que fluía desde Cumbre Vieja y hacia el mar ha destruido unos 3.000 edificios. Las coladas sepultaron plantaciones de plátano, destruyeron sistemas de regadío y cortaron carreteras, que quedaron cubiertas de una gruesa capa de negra lava endurecida.
La zona cubierta de lava se extiende unas 1.200 hectáreas (unos 3.000 acres), según datos de la unidad de emergencias volcánicas de las Islas Canarias, PEVOLCAN.
Además, la lava ha formado deltas de unas 48 hectáreas (120 acres) en las zonas donde cayó sobre el Océano Atlántico, según PEVOLCAN./AP.
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