El gran novelista francés Gustave Flaubert escribió la definición más célebre de las banderas: «Están tan manchadas de barro y sangre que deberían desaparecer de una vez».
Muchos años y muchos conflictos después las banderas de nuestros ancestros siguen ocupando un papel gigantesco en la vida de las sociedades, a veces para incluir, otras para dividir. Hay mucha semiótica escondida en el uso de las banderas que trabaja sobre el inconsciente. Triunfan porque es cierto que provocan grandes emociones. «Cuando la identidad está en peligro, uno se apoya en la bandera», dice José Enrique Ruiz-Domènec.
El origen de las banderas
Las banderas tienen su origen en el sureste asiático, más concretamente en la actual Birmania. Pero la primera bandera documentada históricamente se puede encontrar en el Imperio Persa. Durante la Dinastía Aqueménida (550 330 a.C.), se utilizó ininterrumpidamente la bandera Derafsh Kaviani como símbolo identificativo del imperio. Posteriormente, comenzaron a crearse múltiples banderas diferentes, las cuales tenían varios propósitos; como la identificación de las diferentes clases sociales, el símbolo de religiones, ciudades e imperios, pero sobretodo comenzaron a tener importancia en los campos de batalla, en los momentos de guerra. Las banderas se utilizaban para identificar a las distintas unidades facilitando las estrategias de combate.
José Manuel Erbez, secretario de la Sociedad Española de Vexilología (la ciencia que estudia las banderas), explica por su parte que «a finales del siglo XVIII y principios del XIX nace la necesidad de identificar la nación con un símbolo y así surge la enorme carga simbólica de las banderas«. «Antes tenían más bien la función de identificar objetos y colectivos con el rey, como señalar el barco del monarca», continúa. «Cuando la bandera pasa a identificar un colectivo es cuando empieza a tener una carga simbólica más fuerte y más emocional. La gente sigue necesitando identificarse con un grupo y la bandera es un símbolo enorme: es una forma sencilla de expresar una idea muy compleja.».
Ventajas y desventajas de este símbolo
Las desventajas que tiene la ocupación de las banderas se pueden ver en el momento de la interacción de grupos diferentes que tienen el mismo fin. Estos grupos, integrados por individuos que se identifican uno con el otro, tienden a caer en la competición, debido a que tienen un mismo objetivo, pero el método o camino que utilizan es diferente; la competencia entra en ver quién es mejor o quién tiene el mejor método.
Incluso esta lucha de poderes se puede ver en la política, ya que los partidos tienen el objetivo de ganar las elecciones, cada uno tiene sus banderas que los identifican y que fungen como símbolos para que la gente distinga con quién debe afiliarse y quién es la competencia, es decir, a quién hay que derrotar. La gente fanática tiende a escoger un partido dependiendo de qué tanto se relaciona éste con sus experiencias, gustos, creencias, conocimientos, etc. Una persona, una vez afiliada a un partido, defiende su bandera con tal de demostrar que el suyo es el mejor, y para ello, necesita atacar al que esté afiliado a uno diferente, y los símbolos son la mejor manera de distinguir quién es el compañero y quién es el enemigo.
Actualmente, las banderas se utilizan con el objetivo de darle un símbolo a un grupo determinado de personas que tienen un fin común. El uso de estos objetos ha tenido muchas ventajas, la mayoría relacionadas con la identidad de un individuo con un grupo y viceversa. Las banderas son utilizadas para identificar naciones, grandes organizaciones, equipos deportivos e incluso para distinguir grupos culturalmente definidos por la lucha de algún derecho o de su libertad de expresión. Sin duda alguna la bandera es una herramienta eficaz para generar identidad.
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