Una secuela que puede desarrollarse después de la infección por el coronavirus en las niñas, los niños y los adolescentes es el síndrome inflamatoria multisistémico. Si bien no se diagnostica de manera frecuente, científicos y médicos se han preguntado desde que se lo detectó a principios del año pasado por qué el COVID-19 puede llevar a la inflamación del corazón, los pulmones, los riñones y hasta los ojos de los chicos. Ahora, un estudio realizado en el prestigioso Hospital Mount Sinai, en Nueva York, Estados Unidos, aportó una pista para comprender el problema.
En el continente americano, un total de 24 países y territorios notificaron 7.030 casos de síndrome inflamatorio multisistémico en las infancias, según el último reporte de la Organización Panamericana de la Salud. Se registraron 138 muertes por el síndrome en la región desde el inicio de la pandemia.
Los investigadores del Hospital en Nueva York se pusieron a buscar mecanismos biológicos que condujeran al desarrollo del síndrome. Publicaron la investigación en la revista Nature Communications. “Aunque una patogénesis autoinmune ha sido propuesta, los genes, las vías y los tipos de células causales para esta nueva enfermedad continúan siendo desconocidos”, afirmaron en el trabajo.
En el continente americano, un total de 24 países y territorios notificaron 7.030 casos de síndrome inflamatorio multisistémico en las infancias, según el último reporte de la Organización Panamericana de la Salud. Se registraron 138 muertes por el síndrome en la región desde el inicio de la pandemia.
Los investigadores realizaron la secuenciación del ARN de las muestras de sangre de pacientes con el síndrome inflamatorio multisistémico del Biobanco COVID-19 del Mount Sinai. Ese estudio les permitió descubrir que determinadas células del sistema inmunitario que combaten la infección están reguladas a la baja en los niños con el síndrome. Esa alteración se asocia a una respuesta inflamatoria sostenida, un sello distintivo de la infección por el coronavirus que causa el COVID-19.
El síndrome inflamatorio multisistémico se caracteriza por fiebre, dolor e inflamación de múltiples órganos, como el corazón, los pulmones, los riñones, la piel, los ojos o el tracto gastrointestinal. A través del amplio estudio de expresión genética, los investigadores dieron un paso clave al proporcionar al campo nuevas vías de exploración que implican complejas redes y subredes de genes que construyeron a partir de casos pediátricos con el síndrome inflamatorio.
Una de las más significativas de estas redes de genes implicaba la supresión de dos tipos de células inmunitarias: una población de linfocitos, que se llaman “asesinas naturales” (se conoce como NK por su nombre en inglés) y la población de linfocitos T CD8+.
Investigaciones anteriores habían demostrado que cuando las células T CD8+ se exponen de forma persistente a los patógenos, entran en un estado de “agotamiento”, lo que provoca una pérdida de su eficacia y capacidad de proliferación. Los investigadores del nuevo estudio señalaron específicamente que las células T CD8+ se encuentran en este estado de agotamiento. Ese estado podría debilitar la respuesta inmunitaria inflamatoria. Un aumento de las células NK también se asocia a las células T CD8+ agotadas.
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