Los planes de recuperación del mundo del trabajo tras la pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe deben incluir medidas especiales para favorecer la reincorporación laboral de las mujeres, que fueron especialmente golpeadas por una crisis causante de fuertes salidas de la fuerza de trabajo y desempleo, advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La tasa de desocupación regional de las mujeres en 2020 aumentó de 10.3 a 12.1 por ciento, por encima del promedio de desocupación general, que subió a 10.6 por ciento, lo que significó que aproximadamente 1.1 millones de mujeres se incorporaran a las cifras del desempleo femenino, para llegar a un total de 13.3 millones.
“Esta crisis sin precedentes ha exacerbado las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, sacando de la fuerza de trabajo a millones de mujeres y anulando avances anteriores”, dijo el director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
El directivo señaló que en un año se retrocedió más de una década, por lo que ahora se necesitan recuperar esos empleos y pisar en el “acelerador” de la igualdad de género.
Pinheiro indicó que antes de la pandemia la igualdad de género era ya una asignatura pendiente que desafiaba a quienes elaboran las políticas laborales a enfrentar sus raíces estructurales, aun cuando se habían registrado importantes avances durante décadas.
“Con la crisis actual han aparecido nuevas dimensiones que ensanchan las brechas”, expuso el director regional de la OIT.
Los últimos datos disponibles indican que la tasa de participación laboral de las mujeres experimentó una baja histórica de 5.4 puntos porcentuales (un retroceso 10.3 por ciento) llegando a nivel de 46.4 por ciento. Por detrás de las tasas porcentuales, esto significa que cerca de 12 millones de mujeres fueron expulsadas de la fuerza laboral debido a la pérdida de los empleos.
“La recuperación de la crisis en el trabajo debe desactivar la amplificación de desigualdades causada por la COVID-19, si queremos lograr un crecimiento económico sostenible con empleos productivos y de calidad. Es crucial reafirmar el compromiso para recobrar el terreno perdido durante la debacle económica y social en nuestros países”, señaló.
“La sobrecarga de tareas resultante del trabajo en casa puede afectar su salud psicosocial y su desempeño laboral, dificultando aún más su desarrollo profesional”, agregó Pinheiro.
En total, cerca de 25 millones de mujeres están desempleadas o salieron de la fuerza de trabajo por cuenta de la pandemia.
Otro factor que ha afectado y, más aún, puede condicionar las perspectivas de recuperación del empleo de las mujeres son las crecientes dificultades de conciliar el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares, en un contexto en donde los servicios educativos y de cuidado se han visto profundamente alterados de la mano de las medidas sanitarias para el distanciamiento y reducción de la movilidad de las personas.
“La pandemia agudizó aún más las tensiones en materia de conciliación entre el trabajo para el mercado y las responsabilidades familiares. A todo esto hay que sumar el aumento del teletrabajo y del trabajo en el domicilio en un contexto de cierre o suspensión de los espacios de cuidado asociado con las medidas de confinamiento y de distanciamiento físico”, explicó la especialista regional de empleo de OIT, Roxana Maurizio.
COMENTARIOS